lunes, 30 de junio de 2008

Escribo

Escribo porque no quiero decírtelo, porque no quiero que lo oigas y porque a pesar de todo no quiero guardármelo y me basta la remota probabilidad que tal vez algún día lo encuentres, aunque dudes y nunca estés segura, porque jamás querrás preguntarme sabiendo que es lo que más quisieras saber.
Escribo porque odio lo que siento, odio que me acerque a ti sin que pueda sentirlo, sin saber ....sin saber. Cuando te fuiste dejaste tras de ti una huella, que ese tiempo que nos pasa y nos rebasa sin que lleguemos a notarlo no ha podido borrar. Creí que el tiempo iba a dejarte de lado, pero sólo encuentro que seguiste ahí mientras andabas lejos. Tu imagen se ha ido perfeccionando, a veces incluso me engaño pensando en lo perfecto que fue, olvidando que esa perfección era opacada por todo lo que me hizo dejarte aquella noche. Encontrarte de nuevo es una conmoción. Dejaste una huella que marca oprime mi pecho y quema mi memoria, como si hubieras quedado eternamente atrapada dentro de mí y ardieras por el deseo de reunirte a ti, alguien tan familiar que ya ni conozco. Tomaste un camino y te alenté a hacerlo, con miedo de perderte por siempre aún sabiendo que esto jamás sucedería.
Acogiste mi consejo, me abrazaste, me besaste y me diste tu espalda mientras te alejabas. Ahora que vuelves quiero decirte cuánto te extraño, cuánta falta me has hecho y cuánto quisiera retenerte, volver a poseerte y absorber todo lo que has conocido y has vivido mientras pensaba que estabas junto a mí. Pero es ese mismo pensamiento es el que me idiotiza, para mí te quedaste ahí conmigo, jamás te fuiste y tu vida jamás tuvo sentido lejos de mí. Siempre paciente y esperando, cuando en realidad has crecido, mucho más incluso de lo que pueda imaginar.
“Tenemos que vernos”, “tengo muchas ganas de estar contigo”, “me has hecho mucha falta” dices, a lo cual respondo que sí, que yo también y que tú también. Fingiendo calma e incluso desinterés por el simple hecho de no saber si puede más el temor o la ansiedad de reencontrarte. En mi memoria estás a salvo, estás ahí, siempre cariñosa y siempre atenta. Pero, ¿cómo estás? No lo sé, porque el tiempo pasa y esa promesa se desmorona. Y junto a ella me desmorono yo también. Eres un punto de partida, una eterna referencia, una promesa de cambio, un cambio necesario que creía haber alcanzado. Pero tu arribo me lleva de vuelta, tu presencia hace que el tiempo sea inútil y que mi memoria parezca haber perdido la capacidad de recordar algo diferente a ti. He conocido otras mujeres, quise quererlas incluso más de lo que quisieron quererme ellas pero no fue suficiente. En mi mente reconocía sus virtudes pero mi corazón no logró despertar. Y es eso tal vez lo que más me hace temerte. Mi mente sabe que no es lo mejor, pero mi pulso se descontrola y temo sentir que todas las vueltas que di jamás me llevaron a ningún lado....