jueves, 23 de agosto de 2007

La terrible inquietud

Es ineludible el concepto aquel que tanto nos inquieta, la realidad. Es curioso que a pesar que nuestra vida es simplemente lo que creemos vivir en el preciso momento en el que creemos que todo acontece, queramos siempre ir más allá a una “verdad”. Como si tal vez fuera la que justifique nuestra existencia, la que valide que lo que vivimos en efecto pasó. Si para mí toda la vida fue naranja, ¿de qué sirve enterarme que para los demás era rojo? Sin embargo cuesta, y de alguna extraña manera nos reconforta esa “verdad”, pero lo más extraño es que una “verdad” externa reine sobre una verdad nuestra. ¿Existimos acaso en función de otros y no propia? Quise encontrarte para verte y escucharte de nuevo, para saber que era verdad, que no fue sólo otro sueño y que alguna vez estuviste junto a mí, pero ahora que lo pienso la realidad fue como un sueño, o tal vez el sueño fue tan real que no quiero dañarlo por nada. Será entonces para mí un grato recuerdo, y aunque quisiera que fueras parte, finalmente lo único que puedo hacer es desearte lo mejor

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